"Cuanta más luz haya en nosotros, más brillante será el mundo en que vivimos." (Shakti Gawain)

miércoles, 29 de febrero de 2012

La demanda desproporcionadamente elevada de empleos que no requieren más que saber leer y escribir NO VA A VOLVER NUNCA

 
  En los últimos 15 años, España no encontró petróleo. Pero el sol y el ladrillo, y su (supuesta) demanda por parte de los extranjeros, fue nuestro petróleo. Como en el Siglo de Oro, la demanda interna se incrementó al subir nuestra exportación de sol, los precios internos subieron, la competitividad se deterioró y la economía se reorientó hacia los bienes y servicios no comerciables.

 Pero nuestra variante tiene una peculiaridad novedosa con respecto a la experiencia previa y muy dañina a largo plazo: las ocupaciones hacia las que se orientaba la demanda -caricaturizando, poner ladrillos o poner cafés- requerían un nivel educativo muy bajo. El salario de los menos educados creció, durante este periodo, más rápidamente que el de los más educados. El resultado fue un incremento del abandono escolar y la parada brusca de la convergencia educativa con nuestros vecinos del Norte.
  El peligro de esta peculiaridad es su impacto en el crecimiento económico: las investigaciones más recientes muestran que el 73% de la variación de la tasa de crecimiento económico entre países puede explicarse simplemente con dos variables: nivel inicial de ingresos y nivel intelectual de la población.
 En definitiva, sin educación no hay vuelta el crecimiento.
  En ese sentido, más allá de la caída de la demanda, el desempleo al que se enfrenta España tiene un componente fuertemente estructural, está relacionado con el mal encaje del nivel educativo y la experiencia de la población con las necesidades actuales de la economía y se ha adaptado mucho más a las necesidades de nuestra economía del boom, durante el que la educación fue una mala inversión.

 Es difícil pensar en una prioridad más importante que reducir el abandono escolar
 Esto se pone de manifiesto claramente en la distribución de la caída del empleo desde el inicio de esta crisis. La economía española ha perdido 2,7 millones de personas empleadas.    Pues bien, el 80% de esta caída se concentró en personas con un bajo nivel educativo (enseñanza secundaria obligatoria o menos). Por el contrario, el empleo de las personas con estudios superiores (formación profesional de grado superior y titulados universitarios) ha sido más resistente a la crisis, aumentando incluso en unas 107.000. El resultado es que, por primera vez en nuestra historia, desde el último trimestre de 2011, el número de ocupados con estudios superiores supera al de ocupados con estudios de nivel bajo. (El número de parados con educación superior también ha aumentado: se ha multiplicado por dos desde el inicio de la crisis, debido al creciendo del número de activos con este nivel educativo). Esto ha sucedido por igual en todas las comunidades autónomas.
  En definitiva, casi tres millones de nuestros parados tienen un nivel educativo bajo (ESO o menos), y solo algo más de la mitad de estos alcanza el título de ESO.
Esta es la realidad a la que nos tenemos que enfrentar. Mientras los hombres con educación superior entre 35 y 54 años de edad y nacidos en España trabajan prácticamente todos (el 95%), solo el 60% de los que tienen solo primaria en ese grupo de edad trabajan hoy.
  ¿Qué hacer? Los poderes públicos deben hacer lo posible por formar a los que, equivocadamente, abandonaron las escuelas siguiendo la dirección que parecía marcar el mercado laboral en el boom. Y deben hacer reformas educativas conducentes a reducir drásticamente el abandono escolar. Es difícil pensar en una prioridad más importante de la labor de gobierno. Por su parte, los que abandonaron su educación deben hacer lo posible por formarse. La formación no es una garantía, pero los datos muestran que supone una diferencia importante. Si es posible, hay que volver al colegio o instituto.

  Lo importante, tanto para el país como para nuestros parados, es reconocer cuanto antes que la situación anterior, con una demanda desproporcionadamente elevada de empleos que no requieren más que saber leer y escribir, no va a volver nunca. Durante los últimos 40 años, en cada crisis el número de empleos que no requieren un nivel educativo avanzado cae, y no se recupera nunca. Sin invertir todo lo posible en formación, no hay futuro, ni para España ni para nuestros parados.